viernes, 29 de agosto de 2008

EL GOBIERNO DE CALDERÓN: PROBLEMAS Y SOLUCIONES PENDIENTES

El régimen presidencial mexicano adolece en su nueva etapa de la fortaleza que emana de la institución del voto, producto de múltiples factores, no es culpa sólo del presidente, sino de aquellos órganos encargados del proceso de selección de los gobernantes tal y como la democracia ha sido instituida como un proceso político. Quizá aquella incapacidad inducida por la inexperiencia y nula capacidad para llevar a cabo sus atribuciones para dotar al país de un gobierno que emane con la suficiente legitimidad para acometer los diversos conflictos que circundan el escenario nacional sean los factores que hoy puedan tomarse como antecedentes inmediatos de un submundo que en la política ha provocado que existan voces que señalan una situación de ingobernabilidad que para la agenda mediática se ha concentrado en el ámbito de la inseguridad. No asumimos que el discurso monotemático de los diversos actores que invaden los espacios públicos sea el único asunto de importancia para la totalidad de la población, encontramos límites en esta discusión pues tenemos situaciones en los que la falta de expectativas de una mejor calidad de vida, por ende pobreza, falta de empleos, un incremento constante de la gasolina que impacta el precio de los productos básicos de manera discreta pero sostenida hacen patente un ciclo de desestabilización social y desequilibrio que en el individuo generan desencanto en la política institucional. La salida social es por ello se materializa en la presencia de los grupos que forman a la llamada sociedad civil en el espacio de la calle haciendo suyo un descontento que en el sujeto manifiesta temor, incertidumbre e incluso impotencia ante los problemas que aquejan su mundo cotidiano.
Si a esto sumamos que los poderes fácticos se muestran más beligerantes que nunca encaminando un ambiente de confrontación con los políticos, tenemos que la debilidad del presidente no es sólo producto de cuestiones estructurales, donde las voces críticas ya habían puesto la mirada para señalar que el proyecto tal cual como se pintaba era incapaz de ofrecer soluciones viables al conjunto de problemas que para el momento del cambio de gobierno en el año de 2006 se mantenían en un impasse derivado del beneficio de la duda o de buena voluntad que todo proyecto merece, desde esa óptica el proyecto ya toco fondo ya es insostenible. No hay empleos la brecha entre pobres y ricos sigue ahí, la inflación sigue manteniéndose por lo menos en el promedio latinoamericano alta, y el futuro en cuestiones de crecimiento nos dice CEPAL será menor incluso que en naciones como Perú. El país adolece de un cuerpo gubernamental que mire los signos críticos con la imaginación que sólo brinda la habilidad de la negociación y concertación para involucrar a la mayoría de actores en búsqueda de una dirección que mantenga un equilibrio entre las partes integrantes del Estado. Sin esta mínima capacidad el gobierno de amigos que Calderón ha conformado en el primer círculo con políticos inexpertos seguirá provocando una situación de difícil manejo. Atendamos que la política interna requiere de un verdadero negociador que ubique los focos de tensión que van desde las tribunas parlamentarias hasta la política que se vive en la calle, con el objetivo de encontrar salidas y acciones de contención y resolución; la realidad nos dice que así no se ha procedido, mantener a un secretario de gobernación que ocupa el cargo con una falta de legitimidad producto de sus prebendas que ha venido acumulando desde el sexenio pasado lo vuelven un actor invalidado para un número de actores de la política. Desde ahí podríamos decir, ¿cómo se puede resolver el problema de la corrupción si nuestros políticos responsables son los primeros que disfrutan de los “beneficios” que la política les permite? El caso incluso alcanza a otras secretarías del gobierno federal, por tiempo y espacio nos limitamos al caso Mouriño, pero el hoy ex secretario de Economía Sojo tiene mucho que explicar.
Así el dilema estructural que conjuntado con un déficit de legitimidad producto de lo anteriormente referido, nos ofrece un transito complicado para el próximo periodo de evaluación de la gestión de Calderón en su segundo año. En este sentido los actores que han participado de una manera crítica en el espacio de la opinión pública para presentar el argumento de que la ineficacia de Calderón para ofrecer soluciones a los problemas que aqueja la sociedad, ligado con la inestable condición que vive el país producto del crimen organizado, fácilmente pueden derivar en su deposición e incluso en situaciones de índole catastróficas para la persona del presidente de la República. Esta idea presentada arriba nos advierte de una excesiva tensión ene l ámbito de la política por lo que hay que ser cuidadosos, pues cuando la política institucional se ve amenaza por el poder de una sociedad contestataria el poder del estado se vuelve en su forma más represiva.
Estos discursos tienen a dos actores constantes de la vida pública políticos René Arce “La lucha contra el crimen organizado costará muchas vidas, y a lo mejor la de un presidente de la república” (27 de agosto), Manuel Camacho, Porfirio Muñoz Ledo “… primero se tiene que acabar con el gobierno de Calderón, luego tiene que surgir un gobierno interino…”, la exaltación de estas voces alcanza a los periodistas quienes señalan el fin de Calderón una prueba de esta posición la señala Ciro Gómez Leyva quien pone a juicio que la revuelta está en ciernes si se aprueba la reforma de PEMEX tal y como va pues dice que estos se convertiría en “… un detonador ideal para intentar el asalto al palacio de invierno…”, Joaquín López Dóriga en su columna se pregunta “¿De verdad lo quieren tirar?, es así que tenemos ya un fenómeno que se debe atender por parte de la presidencia y sus empleados mostrar capacidad de gobierno que permita socavar la crítica e incluso sumar propuestas con miras de una convivencia más civilizada entre poderes y una armónica vida colectiva. Advirtamos las salidas políticas que pueden ofrecerse tienen múltiples espacios que están ahí y pueden fortalecerse, el dilema está en que desde la presidencia se vean como modelos viables que deben valorarse como mecanismos nuevos, de los que la teoría de la democracia semidirecta tiene mucho que decir.
Pero antes de cualquier cosa este gobierno requiere un presidente que desee crecer al nivel de un gobernante que atiende al conjunto de la sociedad y no a minorías y no a proyectos personalizados que han particularizado la política a un grupo monocromático y por momentos disparatado cuando se sabe observado y puesto frente a la crítica, así entendemos frases tan inentendibles como las expresadas por Juan José Rodríguez Prats ante la propuesta del FAP con respecto a la reforma a PEMEX pues señaló que esta era parte del “derecho masturbatorio”, ¿no se dan cuenta que detrás de ese grupo de legisladores y académicos existe un núcleo de la población mexicana que no aprueba la reforma tal y como está siendo presentada? La confrontación determina un panorama complejo de relaciones entre los grupos que integran el Congreso y de ciertos actores políticos que al no entender la posición de grupos de la sociedad confrontan generando crispación que al final flanquean la figura presidencial y la vuelven débil, la presentan como inoperante, como un actor frágil que se consume en una espiral en un ensimismamiento por creer que el país sólo se controla desde la tesis de control y contención del crimen. Hay más allá de este tema en una agenda que es propia de una sociedad plural y diversa.