viernes, 7 de abril de 2017
miércoles, 5 de abril de 2017
Algunas notas sobre élites
La elección del análisis del reclutamiento tiene como
consideración una dimensión sociológica donde se toman en cuenta elementos como
son el origen social así como el tipo de relaciones y posiciones sociales que
los legitiman generando entorno de los líderes un capital social sustantivo
para su mantenimiento y consolidación política, lo anterior implica reconocer
en qué medida su posición social así como su desempeño público permite
consolidar la reputación pública que se va conformando desde su ingreso y que se va fortaleciendo a partir de
un proceso de movilidad de la carrera política que eligen.
La forma de profesionalización de la vida pública de los
funcionarios electos como designados se convierte en un tema de estudio a
partir de que en el siglo XX los procesos de modernización política trajeron la incorporación de grupos políticos profesionales quienes ya
habían desarrollado competencias y habilidades técnicas. Lo importante es
destacar que los estudios del reclutamiento buscan encontrar cuales son los
mecanismos de adscripción política que se implementan al interior del sistema
político para incorporar y producir a las élites políticas.
Desde esta perspectiva el estudio de las élites políticas y
propiamente el proceso de reclutamiento político debe considerar la comunidad
de ubicación como un elemento determinante en la primera fase de formación de
los líderes, en el caso estudiado estamos hablando de funcionarios designados y
electos, pues están en un ambiente de compartir los mismos eventos y datos.
Conformados como grupos que mantienen las estructuras sociales y definir
políticas, por eso las élites políticas son actores que junto con el sistema
político, las relaciones entre las instituciones y los ciudadanos determinan el
cómo accede a un cargo dirigente un individuo.
De ahí que se diga
que el reclutamiento político se define como el proceso por el que los
individuos acceden a los puestos. Los procedimientos pueden ser formales o
informales. La diferencia de ambas reglas se determina por factores de
ingeniería constitucional o lo que es lo mismo, por elementos determinados por
la política convencional. Destaquemos por ejemplo las leyes y reglamentos así
como en la Constitución, marcos normativos que exponen el mecanismo como se
desarrolla la selección de los candidatos así como la forma de participación de
la ciudadanía. Asimismo, es necesario identificar que el propio sistema
político presidencial establece como base de sus características quién y ante
qué autoridad los miembros de los gabinetes son responsables, en una especie de
selección dirigida el presidente goza de esta prerrogativa que hace funcional y
estable al régimen.
Esto es si tomamos
que una de las características del sistema presidencial es que la designación
de los miembros de la Administración Pública por lo menos en los cuadros
dirigentes son designaciones que provienen desde el Ejecutivo tenemos que
reconocer que el proceso de selección por lo menos hasta el gobierno de Ernesto
Zedillo tuvo en la universidad en el centro de reclutamiento, muy por encima
del partido o el electorado. Asimismo no podemos desconocer que el presidente
establece un trabajo de selección a partir de su experiencia personal de ahí
que haya diversos círculos de donde puede conformar su proceso de
reclutamiento.
Hay casos que
podemos reconocer como sui generis
debido a que su carrera política-pública al desarrollarse en el interior de
secretarías de despacho, cargos técnicos o asesores, establecen vínculos con figuras
ambiciosas que les abren un espacio en el terreno de la política, espacio al
que se van interesando de manera más activa hasta que escalan importantes
posiciones en la burocracia gubernamental. A partir de lo anteriormente
expuesto podemos reconocer que un estudio sobre el reclutamiento de élites trata
de mostrar cuales han sido los centros de reclutamiento más socorridos por la
clase política y ver los cambios o mutaciones de este proceso selectivo.
La élite política
como grupo mantiene una estructura de dominación entorno de una coalición
dominante que mantiene un control y poder de decisión por encima de otros
miembros de la élite. Así definida la élite entorno de su función de acción y a
su contingente capacidad de inclusión. Esto es no hay una cohesión tal que
pueda identificar a la élite como un grupo homogéneo, por el contrario en su
interior existen grupos que manifiestan intereses y una diversidad de
posiciones lo que vuelve a nuestro objeto de estudio en una red complicada de
aprehender.
Realizar la
distinción del concepto de élite del de clase
política es determinante pues nos permite situar las características y
mecanismos de interacción así como espacios de interacción y de influencia,
pues mientras a la clase política “… pertenecen todos los políticos en la
medida en que participan de la estructura
de privilegios…”[1],
mientras que las élites se subdividen en económicas, culturales y de los medios
de comunicación, además de la política. Incluso podemos ubicar que su elemento
distintivo es la posibilidad de la cooperación con otras élites de otros
ámbitos para lograr respuestas eficientes a los problemas con que se enfrenta
la actividad política.
[1] Klaus von Beyme, La clase política en el Estado de partidos,
España, Alianza Editorial, 1995, p. 30
Etiquetas:
democracia,
élites,
México,
profesionalización de la política
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