El Frente Amplio Progresista hasta donde entiendo buscó realizar un trabajo político más allá de las elecciones, este hecho significaba la oportunidad de generar coaliciones legislativas en las que los acuerdos y compromisos entre las fuerzas políticas, léase partidos políticos legalmente constituidos que cuentan con plataformas, estatutos, en fin el aparato burocrático que permita llevar a cabo los procesos de rutinización de sus actividades tanto ordinarias como para periodos electorales, permitieran establecer una estrategia permanente de acción en la que la búsqueda de leyes, políticas públicas derivaran en favorecer al conjunto de la población así como a los militantes y simpatizantes de las fuerzas electorales involucradas, pero desde la esfera del Congreso.
Este trabajo se vio truncado al paso del tiempo, debido a que los principios del FAP así como la dinámica de los partidos integrantes se contrapusieron , lo que determinó la vida de este original ensayo entre partidos. Desde ese espacio del Frente, López Obrador trató de seguir estableciendo su liderazgo, pretendiendo que propuestas de ley llegaran a las mesas de negociación de los grupos parlamentarios. El primer error que noto en este comportamiento lo representa el trabajo parlamentario que cuenta con su propia agenda, que si bien se conforma a partir de las reuniones de los legisladores y su dirigencia nacional partidista, así como de los procesos internos de negociación que al interior del Congreso se establecen, todo lo anterior incluso se ve aderezado a partir de las capacidades de influencia que muchas veces proviene del número de legisladores con que cuenta el partido para representar un actor clave en los procesos políticos. Es decir, la capacidad de “chantaje” (Sartori, 1997) que la fuerza política represente es sustantiva para lograr objetivos concretos.
Hasta el momento no hay existencia de material que valide que las propuestas de los grupos integrantes del FAP hayan acabado como iniciativas de ley o acuerdos que tengan el sello único del Frente, creo que es la “hora cero” para saber de ellos y evaluar el papel de esta experiencia organizativa. Señalo lo anterior, con mucho motivado por el papel que López Obrador ha venido representando para los seguidores de este Frente, pero también debido al grupo de seguidores que se han reunido entorno de él, provocando un desconcierto evidente en los núcleos de población que lo han apoyado, por lo que se atisba un dilema: seguir al líder que surge después del proceso electoral de 2006 o siguen la línea de su partido reafirmando su militancia.
La traumática experiencia de 2006 fuera del resultado que arrojó y posteriormente el comportamiento de López Obrador, ha dejado con interrogantes que no tienen respuesta, la principal está fundada en que su movimiento se constituyó con el objetivo concreto de mañana duda proviene si el movimiento que constituyó va a separarse del PRD para conformar un nuevo partido político o al menos sumarse a otra fuerza política, los analistas y opinólogos señalan que está en su camino esta decisión. Si es así, asistimos a la profundización de la pelea entre la coalición dominante del PRD y este líder. Contrario a lo que parezca en esta gresca el actor menos dañado será López Obrador pues su accionar en pequeños grupos o como movimiento le permite atravesar transversalmente el sistema de partidos ganando espacios en cualquier estructura partidista que se encuentre necesitada de los votos que le pueda proveer el liderazgo de AMLO y los candidatos que él pueda aportar. El intercambio es muy interesante desde esta perspectiva.
Veamos Andrés Manuel López Obrador puede representar esas décimas de punto que requiera el PT, Convergencia, para seguir subsistiendo en el sistema de partidos, dejemos fuera si en el mensaje de este líder para brindar su apoyo lo justifique en que se encuentra realizando campaña por los candidatos de las dos fuerzas políticas citadas porque su registro está amenazado por el gobierno de Calderón. Lo que si es evidente es que ambos partidos finalmente se están beneficiando de los desacuerdos que AMLO tiene con la dirigencia del PRD, hoy en día me parece extremadamente preocupante que tanto el PT y Convergencia se coloquen como partidos de izquierda, cuando sus orígenes los delatan como fuerzas ligadas al viejo sistema.
Es la hora de evaluar el trabajo de López Obrador como líder que poco a poco ha venido dilapidando la alianza que entorno de él generó como candidato, y que producto a su opuesto proyecto tiene en un dilema a los militantes y simpatizantes perredistas, que no se reconocen como parte de las múltiples corrientes que integran al partido, pero que sí votan por este partido que tiene a la historia como a sus principios para monopolizar el concepto de izquierda. No es suficiente asumir que la economía popular es el centro de una estrategia porque también otro núcleo de la población forma parte de lo sectores insatisfechos y opositores del proyecto de la derecha. Ese otro grupo social que se opone se ubica en un espacio en el que su propia condición socioeconómica hasta las expectativas profesionales lo vuelven único. Por eso, el quid de esta historia tanto para la coalición dominante como para AMLO y su movimiento cómo conformamos un partido de compromiso que busque definir una agenda integral con un proyecto de nación inclusivo, no polarizado hacia la derecha y los “grandes empresarios” o al centro que busca una economía popular que repite el esquema perdedor de “primero los pobres”. Desde esta perspectiva López Obrador está empantanado, al limitar su estrategia a un sector de la población que lo puede reconocer pero que no representará su espacio de apoyo debido a que hay estructuras corporativas que cuando venga la lucha por el poder, serán reclamadas por esos tentáculos electorales que los partidos tienen.
Sirva lo expuesto para señalar que es imposible concebir que AMLO: a) haya solicitado el voto por un partido político al cual no pertenece; b) asuma que un representante popular puede renunciar a su cargo, lo que marca la ley es que ese tipo de cargos no se renuncian, cuando más la solicitud de licencia es el mecanismo establecido; c) el partido al cual no pertenece le haga caso, violentando sus principios, estatutos, su consejo político a la militancia que legal y legítimamente eligió a Rafael Acosta “juanito”, para que dimita a un hipotético cargo del que ya hace cuentas López Obrador como seguro triunfo; d) Clara Brugada se preste a un juego en el que su imagen como política se vea manchado, por este artilugio demagógico planteado por el ex candidato a la presidencia de la República. Finalmente sin dejar una respuesta, dejo las siguientes para que después del proceso electoral, la historia y quien esto escribe, hagamos un adecuado juicio. A saber:
¿López Obrador tiene la capacidad de “tirar” línea al Jefe de Gobierno Marcelo Ebrard para que Clara Brugada, en el hipotético caso que gane el PT la jefatura delegacional de Iztapalapa, se convierta en la jefa delegacional interina?
¿La militancia así como la coalición dominante del PT permitirá que un personaje ajeno a su partido se imponga y trastoque la vida interna de este partido político?
¿Si el voto ciudadano no le favorece a Rafael Acosta y por ende, se anula este acuerdo demagógico que ha expuesto López Obrador el pasado 16 de junio en mitin de apoyo a Brugada, impugnarán el resultado aunque este sea contundente en su contra?
¿No es el mensaje de López Obrador una salida cómoda para quitar tensión sobre su liderazgo, dejando que el voto decida y por ende no se alcance a observar su incapacidad para negociar al interior del partido, en el cual aun milita (PRD), el despojo que la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ha provocado? ¿Hay nula comunicación entre López Obrador y la dirigencia del Partido de la Revolución Democrática, que no existe la posibilidad de construir negociaciones que permitan evitar fricciones entre los incondicionales de este líder y la dirigencia de Jesús Ortega?
Como he señalado habrá más tiempo para comentar el comportamiento y decisión pública del Tribunal, pero sin duda está tomada la resolución y el día de la elección se encuentra a la vuelta de la esquina no queda otro esquema que buscar el triunfo, para que después desde otra tribuna se plantee un serio extrañamiento al comportamiento de los jueces electorales. Sin duda el precedente es muy serio.