jueves, 19 de febrero de 2009

EL INCAPAZ GOBIERNO

Y cuando lo cuentan asumen que es verdad, que el país puede estar peor sin ellos. Que el trabajo realizado es impecable que la tasa de crecimiento pudo ser peor si el exitoso equipo económico no estuviera ahí. Pero… ¿esto es verdad? El México del 2009 se encuentra en una espiral de ingobernabilidad que coloca el tema de la inseguridad como un problema de Estado. Por eso hoy se empieza a discutir con mayor fuerza la tesis del “Estado fallido”, reconociendo que el país está en un voladero.

 

Las declaraciones de las fuerzas armadas reconociendo que el combate al narcotráfico los pone en una situación crítica pues la capacidad de reacción es rápidamente superada por el crimen organizado debido al tipo y “calidad” del armamento con que se enfrenta. Si a esta contradictoria situación donde la fuerza del Estado es puesta a prueba y es rebasada por poderes fácticos no podemos esperar que el combate al narco pueda ser una estrategia que ha sido eficaz.

 

El país está inmerso entonces en un proceso permanente de desestabilización que inicia en el descontrol que el presidente de la República tiene sobre su gabinete, y prosigue con estrategias en las que prima acciones coyunturales que pretenden mostrar que tenemos un gobierno en arduo trabajo, cuando la realidad nos dice que no es así. Ahí tenemos el caso del yacimiento petrolero de Chicontepec, proyecto petrolero del que ya se tenía previsto su desarrollo desde el año 2006. Que hoy en día se recoja como novedad, sólo es para olvidar el rotundo fracaso de su propuesta de reforma petrolera que costó 221 millones de pesos tan sólo en publicidad.

 

No hay una estrategia ni proyecto gubernamental, contamos con un ineficiente gobierno, esa es la realidad. Pasamos de un plumazo de la riqueza en el fondo del mar a la riqueza de Chicontepec, no es un problema geográfico o geológico, lo que creemos es que no hay un proyecto político.

 

Los problemas del país se minimizan, por ejemplo la secretaria de relaciones Exteriores nos dice que la violencia se reduce a tres estados de la República como si estos fueran espacios territoriales pertenecientes a otra latitud geográfica y no, como lo es, a parte del territorio nacional. En fin suponemos que la lógica de nuestros gobernantes se reduce a creer que como la violencia ocurre fuera de mi patio o el de mis amigos entonces no nos corresponde atender el hecho como un problema que ha venido profundizándose a lo largo y ancho de todo el país.