sábado, 10 de mayo de 2008

MANIFIESTO DE LA CUESTIÓN PÚBLICA

La cuestión pública es un proyecto social de restituir los espacios de debate al ciudadano, es al mismo tiempo el momento de fundación de la acción republicana de una vida social corresponsable de los problemas globales, que sin olvidar los conflictos nacionales, el nuevo espacio de convivencia tiene como punto inclusivo geográfico el espacio de lo global como una dimensión local y lo local como una dimensión global. En la que los problemas son compartidos como un asunto glocal de difícil resolución dentro de las fronteras que el modelo estatal surgido en el siglo XVI venía determinando.
Es así que, la cuestión pública es un espacio donde confluyen los problemas sociales, donde convergen los diversos actores que se ven impactados por la inercia del proceso de transformación social, muy semejante en impacto a los sucesos producto de la naturaleza, hoy tenemos que entender a lo social como un ámbito en rápidos procesos de cambio. Atendamos que los cambios sociales deconstruyen el orden establecido, modifican el medio ambiente social, provocando que el mundo se convierta en un amplio espacio que se define por su complejidad. Una complejidad que determina la imposibilidad de dominar el mundo, en el que la capacidad del conocimiento hasta hoy acumulado es incapaz de interpretarlo, para ello, la reducción de esta complejidad a partir de un proceso de distinciones establece nuevos criterios para abordar los problemas de lo social, como un asunto que inicia en el desacoplamiento del sistema político y del sistema económico del propio sistema social, con lo que estamos en la presencia de un camino sin salida de lo social. Atendamos que si mantenemos una interpretación en la que lo social es un punto intermedio entre el poder y el mercado, se diluye el valor de lo social como un espacio de deliberación que instituye los diversos órdenes de la vida colectiva, ante ello si persiste este error, la pregunta es y será ¿el surgimiento de la categoría política y economía si no derivan de la acción y actividad que el hombre realiza en el ámbito de lo social, de dónde surgen?
De esta manera tenemos un asunto más importante a resolver, pues la cuestión pública es la expresión de los asuntos sociales vueltos problemas, es el rostro de la ilustración sociológica que permite “… la ampliación de la capacidad de observación de los sistemas sociales…”(Corsi, Esposito y Baraldi,1996:91) Estamos en un proceso de construcción de conocimiento sobre el espacio público, buscando los elementos latentes que permitan la distinción con lo manifiesto en la realidad.
Así, presenciamos la conformación de un análisis que restituye la frontera entre lo público y lo privado como dos categorías que se determinan por las funciones y operaciones que instituyen producto de la acción en el ámbito de lo social. En virtud de lo anterior, lo social establece un orden ético y moral de los asuntos sociales para ello construye el ambiente idóneo para que la cuestión de lo público se materialice en códigos que determinan el sentido de lo social como una esfera constitutiva de la acción humana.
La cuestión pública entonces, está determinada por las instituciones socialmente constituidas, por lo que una de sus características principales es posibilitar la discusión de los sujetos en un ambiente libre y reflexivo en el ánimo de conculcar bajo el convencimiento y la razón, definiciones comunes que permitan superar los razonamientos privados que constituyen la individualidad moderna basada en la defensa de los intereses particulares de cada sujeto. El campo de la cuestión pública, es por tanto,el espacio del debate, de la deliberación y la búsqueda de los puntos convergentes para restituir a la identidad colectiva el sentido de inclusión que constituye a los asuntos públicos en un problema de la democracia, de la pluralidad y de la tolerancia.

domingo, 4 de mayo de 2008

EL MIEDO DE LA SOCIEDAD

Nuestro miedo a un mundo abierto, que contradictoriamente, forma parte de nuestro mundo de las libertades, es la restricción de nuestra convivencia a partir de una fragmentada vida que generalizada se expande por el espacio de la ciudad. Es la vida colectiva la víctima de este ambiente de generalización del miedo, desde una perspectiva arquitectónica, las garantías individuales son restringidas o nulificadas para el conjunto de los individuos. La privación es el sinónimo de seguridad conjuntada con el principio de una noción de libertad restringida, que apela al nacimiento de un mundo cerrado. Un mundo que clasifica las áreas públicas de protección a partir no sólo de la recuperación de los espacios públicos, a partir de programas gubernamentales como los establecidos por el Gobierno del Distrito Federal en los que las actividades culturales tratan de regresar al individuo, al ciudadano al espacio de la ciudad. Sin embargo, esto no es así, el público asistente se mantiene atento en el oasis que la música y la luminosidad del espacio recoge un ambiente íntimo en el que el individuo no se ve amenazado.
De la misma manera, los llamados centros comerciales mantienen la individualidad del sujeto al garantizarles su integridad con el establecimiento de sistemas de seguridad las 24 horas del día con lo que se busca que se restituya la confianza en la habitación de los espacios públicos. Pero aclaremos que, la utilización de estos espacios no materializa un mundo que incluye y que a la vez, reconstituye la convivencia colectiva, la seguridad es un deseo individual que materializa una plenitud del sujeto para sí mismo. Para ello, la presencia de los mecanismos físicos de protección como las cámaras de video, son inútiles por los espacios que escapan a los ojos electrónicos, para ello, hay la revitalización del hombre-seguridad, quien toma un rol en este sistema de inhibición que no sé si logran cumplir esta función debido a que provocan un ambiente estresante en el consumidor, al aparecer como un vigía que de manera constante interfiere en la intimidad del consumidor para circundarlo con su radios de comunicación, su voz histerizante de vigilancia, es así que se gana en seguridad pero se pierde en intimidad.
Por otra parte, las zonas restringidas a la circulación al ser redefinidas por sus propios habitantes en zonas cerradas, establecen un ambiente que es manipulado para evadirse de la violencia, esta consciente y deliberada acción de exclusión, establecen una representación que no necesariamente sustituye el hecho real, por el contrario sobrepone un ambiente altamente inestable, pues lo que se establece con esta acción de autoexclusión es reducir los riesgos, que cuando se sale ese campo selectivo, se potencia el miedo, la inseguridad. Es de esta nueva situación de la que las empresas de seguridad se ven beneficiadas, así surge la economía de la desconfianza como un campo en constante expansión en un mundo altamente complejo, producto de la otra exclusión que es producto del mercado, que da nacimiento a los parias de la modernidad (dixit Bauman).
El nuevo rostro de la convivencia es en las barreras de un mundo que está sujeto a los márgenes de la seguridad y a la reducción de la compeljidad del miedo, es decir hay un ambiente que debe ser regulado. Sin embargo, esta regulación es ficticia pues se cierran las puertas de la casa, de la calle hoy vigilada, pero se abren las puertas a la violencia de los medios de comunicación y el cine, quienes generalizan y son la fuente de motivación para configurar una sociedad inclinada a la seguridad a partir de la compra de equipos de seguridad, quizá el más destacado de todos ellos sea la compra de armas, con lo que la sociedad del miedo se universaliza como una sociedad de la violencia, contradictoriamente. Es así que aquel ambiente que anima a la exclusión, el de la violencia citadina, es por el que se estimula instituir un ambiente propicio para el hombre violento.
Ante este fenómeno social, la gran perdedora es la sociedad como ese espacio de convivencia fraternal, quedando un mundo de consumidores de la violencia.