miércoles, 4 de noviembre de 2009

Una guerra fallida

Una guerra que no es guerra, una estrategia ineficaz que ha llevado a generalizar un estado de indefensión que atraviesa a cada uno de los estratos de la sociedad mexicana. El problema que vemos es que la lucha contra el narco ha abierto un debate en que los poderes locales, municipales, no sólo ponen en duda la estrategia contra el crimen organizado sino que han arrogado funciones que transgreden los marcos legales que facultan a este orden de gobierno. Desde esta perspectiva es criticable la posición que ha adoptado Mauricio Fernández, presidente municipal de San Pedro Garza García, quien ha planteado la creación de grupos paramilitares que tengan la tarea de ofrecer seguridad y a su vez enfrenten a estos grupos que han generado espacios de excepción a la justicia.

Como situaciones instantáneas que hemos vivido en períodos de tiempo breve, a estos actos en los que prima un discurso que de una u otra forma hace una apología de la violencia, es un discurso más cercano a un “estado de naturaleza” que a un mundo civilizado.

La sociedad se ha caracterizado por determinar una función limitada del Estado, como un agente garante de orden, ante estas atribuciones el cuerpo político se ha visto desprovisto de capacidades de gestión que cubran ámbitos sociales, económicos, culturales. No hay en esta noción estatal el reconocimiento de un Estado Social que ofrezca mínimas condiciones de vida al conjunto de la comunidad. La pobreza, la falta de empleo, mínima oferta educativa, altas tasas de desempleo, despidos masivos ( que involucran incluso al gobierno como empleador), si a esto sumamos los subejercicios que contravienen las metas programáticas que las Secretarías de Despacho establecen como proyectos de trabajo, nos permiten hacer referencia de un problema de gestión de poca sensibilidad gubernamental, de un nulo compromiso social de los gobernantes. Todos estos asuntos ligados a la gestión gubernamental son decisivos para completar un cuadro que se generaliza e impacta a lo social. Hace de la sociedad un espacio cautivo tanto del crimen organizado como de la ineficacia gubernamental.

De ahí que propuestas que plantean “hacer justicia por propia mano” tienen eco en algunos círculos de la sociedad en especial en núcleos de población ligados a poderes fácticos, es de advertir que ahí donde se pone en duda el poder del Estado para que sólo él tenga la facultad de tener el monopolio de la violencia legítima, al plantearse la creación de escuadrones de la muerte, se roza el otro extremo de un debate que parte del sometimiento del Estado. Mientras el crimen organizado quiere acabar con la capacidad del Estado para brindar protección, ofrecer orden y garantizar condiciones mínimas de convivencia en el que impere el respeto irrestricto de la ley; los escuadrones de la muerte son expresiones que se posibilitan ante el fin del Estado, una idea que es afirmada y reproducida por estos grupos sociales que ven inoperante la acción de la justicia. Desde esta óptica hay un punto que hace al delincuente y a sectores de la población ávidos de ejercer justicia por propia mano, este punto es: los dos sectores no creen en el Estado.

Un grave problema enfrentamos como sociedad, pues buscar la defensa de los derechos y la vida de cada uno de los integrantes de la comunidad depende de encontrar un marco jurídico que mantenga sin consideraciones de género, preferencia sexual, o exclusión que se derive de la condición económica que se viva e incluso de la profesión que se ejerza, una real y efectiva convivencia, pues hoy en día hay actividades que viven en el borde de la violencia ya sea estatal, o del crimen organizado. Atenuar y erradicar la violencia sobre periodistas es una misma historia que como hemos señalado involucra a los gobiernos como al crimen organizado, es decir se atenta contra la libertad de expresión y contra este ejercicio profesional desde esferas legales como ilegales, ante un mundo que no tiene garantías mínimas de de convivencia son los derechos humanos discursos que nos ofrecen respuestas y una esfera que nos brinda mecanismos de defensa que por su valor deben ser estimulados y defendidos desde la sociedad.

Del gobierno no esperemos mucho sigue envuelto en un discurso de guerra que al día de hoy nos muestra cifras escalofriantes, pues en este año 2009 septiembre y octubre han sido los meses más violentos y que han tenido entre los dos periodos más de 1596 muertes relacionadas con el crimen organizado, es decir si se hace un promedio por día en México en estos dos últimos meses, ha habido más de 26 muertes diarias. El dato contraviene argumentos optimistas que hoy aparecen como propaganda gubernamental donde se dice del récord en la detención y desmantelamiento de bandas criminales, la detención de prominentes miembros de los carteles de las drogas, la eficiencia y buen trabajo de la policía federal; de lo que no se habla es que los territorios no se han recuperado, la guerra entre narcos y gobierno tiene postrada a la sociedad, quien está secuestrada en este 2009 donde la cifra de 6 mil 714 muertes es un dato nada soslayable. Y aun la guerra no termina.