martes, 11 de septiembre de 2012

El acceso a la información pública: un asunto público pendiente en México


A partir de una revisión de la propuesta e iniciativa que ha presentado el presidente electo Enrique Peña Nieto en donde propone reformar varios artículos de la Constitución Política para dotar al IFAI de una serie de atribuciones que permitan su fortalecimiento nos enfrentamos a un escenario del que tenemos que poner atención en el argumento fundamental de la propuesta, la posibilidad de que el mayor órgano de acceso a la información adquiera su autonomía no tiene desperdicio. La serie de elementos complementarios que conforman la propuesta de iniciativa del presidente electo nos permite tener una idea de lo que implica el sistema de regulación del sistema de transparencia y rendición de cuentas que el nuevo gobierno federal tiene contemplado.
Destaquemos sus virtudes de la propuesta:
i) establece que el IFAI contará con personalidad jurídica y patrimonio propio, así también gozará de autonomía técnica, de gestión y para decidir sobre el ejercicio de su presupuesto y organización interna.
ii) se amplían sus competencias y atribuciones en materia de intervención en asuntos de los tres poderes de la federación, asimismo se convertirá en órgano de segunda instancia con el objetivo de que los ciudadanos puedan impugnar las resoluciones de los institutos estatales que en materia de acceso a la información y transparencia tengan las atribuciones correspondientes.
iii) se dota de un blindaje a las resoluciones del IFAI para que sus veredictos sean inatacables y definitivos
iv) se propone homogeneizar las leyes estatales en materia de acceso a la información y transparencia con las adecuaciones que la reforma federal establezca 
Hasta aquí las  propuestas de las posibles adecuaciones. A partir de la experiencia nacional con los órganos autónomos son espacios que se ven expuestos a un fenómeno de desaprobación de los actores políticos que se ven impactados con el fortalecimientos de estos órganos. Quizá por eso hay que evaluar con cierta preocupación que se mantenga que el Senado de la República se encargue de la nominación de los futuros comisionados del Instituto Federal de Acceso a la Información a propuesta del titular del Ejecutivo federal, el quid se encuentra en esos detalles que involucra la falta de consensos que si no se alcanzan el presidente de la República podrá nombrar directamente a los comisionados si después de las dos ocasiones en que se haga la respectiva propuesta esta no logra la mayoría. Desde esta perspectiva el cambio es un maquillaje para dotar al presidente de la capacidad para corregir las situaciones contrafácticas y de cierta manera este momento en el que el poder Ejecutivo tendrá la resolución final –insistimos si no existen acuerdos entre Senadores y Ejecutivo federal- es así que estamos ante una probable situación en la que la imposición de los futuros comisionados es una probabilidad.
A lo largo de su existencia el IFAI ha tenido que enfrentar momentos de confrontación con órganos pertenecientes al gobierno federal o estatal en los que su desempeño contingente, exige de una serie de reformas que le permitieran convertirse en el órgano garante de la transparencia que demanda un modelo democrático que pretende dotarse de un principio de publicitación que den sentido a la existencia de un gobierno abierto. Modelo que durante los dos sexenios que estuvieron bajo la influencia del Partido Acción Nacional nos ofrecen prácticas deficitarias que en el año 2010 con base al índice de presupuesto abierto tenemos que México se encuentra en un rango nada halagüeño en materia de transparencia presupuestal pues su nivel de desarrollo de políticas favorecedoras de rendición de cuentas lo ubican como un país que brinda “alguna información a sus ciudadanos” es así que sus niveles de desarrollo apenas rebasan los 50 puntos cuando la calificación más alta es 100. Para 2011 con base al informe del Índice Latinoamericano de Transparencia Presupuestal el país obtiene 45 puntos de 100 probables, enfrentamos un verdadero problema social, más que político con base a este tipo de evaluaciones.
Desde luego que la obligación para que las legislaturas locales sintonicen sus normas en materia de transparencia con los valores rectores de la Constitución federal que a partir de la posible modificación que propone la iniciativa de Enrique Peña Nieto no implica que en el plazo perentorio de un año que se propone para la adecuación estatal de las leyes esto ocurra, estas medidas no necesariamente garantizan este proceso de democratización que profundice en este proceso de autonomización de los órganos estatales. Ya que hay que dimensionar que el desempeño gubernamental tiene en las manos de los gobernadores a un actor político clave ya que el dominio que han hecho sobre sus espacios de influencia hace de ellos un lugar en el que se ha generado una feudalización de la política local. Prevenir que los órganos autónomos en materia de transparencia se vean expuestos a este avasallante control requerirá buscar que la nominación de los comisionados en el orden estatal no se vean expuestos a estos controles o manipulación de los gobernadores; de quienes se busca una sensibilidad para asumir que estos órganos autónomos son actores institucionales que como contrapesos políticos permiten dotar de una legitimidad de la que adolecen los gobiernos, de ahí que pensemos en un modelo de transparencia al que deberá garantizársele recursos en la proporción de su valor social que guarda.
Finalmente es importante reconocer que los veredictos sean inatacables y definitivos ya que al dotarlo de esta capacidad que aunado con la atribución o facultad para presentar controversias para observar leyes estatales coloca a este órgano autónomo en un nivel distinto de su desarrollo institucional. Es valioso advertir que instancias gubernamentales se verán observadas y obligadas de brindar información de esta manera estaremos ante un nuevo escenario que frene acciones de omisión como las que el Sistema de Administración Tributaria realizó al negar información sobre los nombres de personas físicas o morales a quienes se les canceló créditos por un monto de 73 mil 960 millones de pesos en el año 2007. En dicha controversia entre el SAT y el IFAI, la Suprema Corte resolvió a favor del SAT a pesar de que asumimos que el principio de máxima publicidad que establece la Constitución Política en el artículo 6º  garantizaba este derecho y obligación de que toda información pública debe estar abierta y a revisión de la sociedad.
Es también oportuno colocar el tema de lo local como preocupación en un modelo de transparencia y rendición de cuentas los controles sobre los poderes formales tienen en organismos como los órganos de trasparencia estatal espacios que si se garantiza su autonomía se gana en calidad de la vida institucional y democrática del país en la que se requiere de la corresponsabilidad en la materia ya que de nada sirve un trabajo del que no se reconoce su valor e importancia. Por ejemplo el IFAI en su informe presenta datos relevantes de su trabajo de 2004 a 2011, ha presentado 77 denuncias por incumplimiento 18 ante las contralorías que tienen competencia en materia de transparencia 59 denuncias ante la Secretaría de la Función Pública de las que 21 casos están en trámite y 36 al no encontrar elementos para acreditar responsabilidad de los servidores públicos fueron desechados. Ante este panorama dotarle de capacidades de ejecución al IFAI en sus veredictos es un aporte del que lejos de celebrar tenemos que reconocer pendientes ya que las evaluaciones nacionales traen aparejadas contradicciones la existencia de un modelo de transparencia en el que los sujetos obligados se comportan de manera distinta ante un mismo marco regulatorio dependiendo del tipo de información que se solicita, el organismo público así como el estado de la República en que se hace la solicitud, esta característica hace que el sistema de transparencia sea asimétrico tal y como el CIDE lo ha expuesto. Es así que la calidad de la información que se brinda al ciudadano no es materia ni motivo de sanción o de mecanismos de verificación de quien la solicita. Esta situación obliga a plantear tres retos futuros para México:
a) los órganos autónomos que tienen competencia en materia de transparencia deben fortalecerse y romper cualquiera de los vínculos de relación con los gobiernos estatales o federales, incluyendo la nominación de sus comisionados. Dichos nombramientos quizás deban recurrir a un modelo de terna como ocurre con la nominación de los magistrados de la Suprema Corte de la Nación; b) establecer un proyecto de transparencia y rendición de cuentas que se plantee mecanismos de verificación ciudadana de la información que se publicita, los criterios de máxima publicidad debe ir regulados éticamente por acciones en los que impere la calidad de la información brindada, bajo escenarios en los que las nuevas tecnologías son parte de esta condición de plena accesabilidad y de información clara y efectiva que no debe escapar como criterio factible a seguir y, c) incentivar una sociabilización que favorezca un impulso de una cultura de la transparencia como principio democrático de confianza y certidumbre democrática. Esto son los pendientes inmediatos.