Los gobiernos de la democracia han desarrollado una forma personal de gobernar que los define de pies a cabeza y as u vez nos permite atisbar una primera explicación en dónde se fue construyendo una serie de pendientes que han tratado de ir cerrando ciclos que aun generan la atención y mediadas tanto formales como de demandas de justicia que condenen el uso privado de recursos del erario público. Cuatro rasgos son sintomáticos (Aguilar Camín, 2016), a saber:
- El uso de recursos provenientes del bono petrolero que entregaron desde el sexenio de Vicente Fox (en su sexenio los ingresos petroleros alcanzaron 1, 058, 635 billones de dólares –es decir, un millón de millones de dólares más 58 mil 365 millones de dólares-) a los gobiernos estatales permitieron la conformación de gobiernos ricos sin que ellos asumieran un compromiso más fuerte por implementar medidas fiscales y hacendarias exitosas. Para los nuevos virreyes estatales era más cómodo regresar las funciones a la federación y esperar compensaciones por la acción asumida. El fenómeno de recentralización en materia educativa, salud, electoral y en materia de prevención de justicia son ejemplos de medidas que deben leerse como parte de una misma política impulsada desde el gobierno federal para garantizar un control que no necesariamente implicó subordinación sino en aras de un respeto del pacto federal las legislaturas locales incorporaron a las constituciones estatales los cambios impulsados desde el centro. Dichas medidas han formado un paquete de cambios que han permitido concesiones y la asignación presupuestal que ha generado por una parte la expansión del gasto público de los estados vía la asignación de recursos federales, lo que ha promovido la aparición de estados ricos con dinero ajeno, o mejor dicho con recursos excepcionales.
- La falta de fiscalización de dichos recursos entregados a los estados y municipios generaron un modelo de dispendio con fondos que al día de hoy no se sabe dónde quedaron muchos de ellos. Los escándalos por corrupción hoy persiguen a varios gobernadores y ex gobernadores de todos los partidos políticos. La principal crítica a esta “descentralización del gasto” que permitió enriquecer las arcas estatales se sustentó en el derecho que dichos gobiernos tienen al formar parte de la federación y a la propuesta de negociación que habilitaron en el gobierno del cambio para mantener una relación tersa con los gobernadores, verdaderos operadores políticos y quienes controlaron al poder Legislativo federal con sus respectivas grupos de legisladores que conformaban las diversas fracciones parlamentarias. Sobra señalar que la trasferencia a los estados equivalió a 355 mil millones de dólares en catorce años (2000-2014).
- Si al escenario anterior le sumamos el déficit en la capacidad del mando tenemos un cuadro, en el que hay dos materias que sufrirán demasiado, la recaudación de impuestos y la aplicación de la ley. En materia de recaudación de impuestos la transferencia de recursos federales produjo la aparición de gobiernos con atribuciones atrofiadas, el incentivo que el gobierno federal promovió no sólo es coyuntural es una falla estructural que se demuestra cuando vemos que sólo el 16% de los ingresos en los estados son recaudados por este orden de gobierno, el resto viene de la federación. En materia de justicia el uso de la detención previa como parte del proceso de la procuración de justicia provoca que su “uso excesivo y arbitrario atrap[e] a personas inocentes en un limbo legal, forzando la capacidad de las ya superpobladas prisiones y socavando el respeto hacia el sistema de justicia penal.”(Aborn y Cannon, 2013) En virtud de lo anterior, es oportuno advertir del número de internos que no cuentan con un juicio en México “hasta enero de 2013, 41.3 por ciento de los internos no contaba con una sentencia condenatoria.” (México Evalúa, 2014, 5) Es por eso que el uso de la prisión como único modelo de sanción provoca que se profundice la percepción de un sistema de justicia deficitario.
- La conformación de gobiernos débiles son producto de un sistema que ha constituido un sistema político garantista a la existencia de minorías, desde el año 1997 México adolece de un gobierno unificado que potencie las atribuciones y capacidades del gobierno en turno para posibilitar los cambios estructurales que el país ha construido con demasiados costos como hemos tratado de mostrarlos. La frágil estabilidad del gobierno tiene que resistir los embates de una oposición legislativa que no alienta una efectiva representación si no por el contrario fragmenta cualquier apoyo y por ende proyecto político que busca la aprobación parlamentaria para generar las leyes necesarias. Si a lo anterior agregamos la curva de aprendizaje que se vuelve un mal sexenal, la demanda de un servicio profesional de carrera es necesario para que el proyecto gubernamental tenga viabilidad y sustento.