Ciro B Ceballos fue
miembro del grupo de los modernistas, aquel grupo que surge como reacción a la
censura a los versos que José Juan Tablada había incorporado en su poema Misa
Negra[1], es
en suma un movimiento litetario que en oposición a lo académico, desprecia el
romanticismo nacionalista y por el contrario dota a la prosa dentro del
periodismo de un sentido formal de lo “bien escrito”, ofreciendo un vocabulario
novedoso y aprecio por las alegorías[2]. Ciro
el Mordaz o Ciro el del verbo nuevo son dos de los sobrenombres con que se
referían a este integrante del modernismo de prosa caústica. Ceballos no sólo
fue escritor quizás sólo quería ser reconocido como periodista, sin embargo en
su primera parte de su juventud la cercanía a los escritores que formarán el
grupo de los modernistas determinarán una carrera que hoy, descubrimos clave
para conocer la historia de los miembros de esta corriente artística que vino a
renovar las letras mexicanas.
Desde su juventud
la fidelidad a la corriente literaria de los naturalistas o realistas le
permitirá formar parte de la segunda generación de este importante grupo. A
pesar de que como el propio Ciro lo reconoce, él no se hacía pasar por un
decadentista sino como un resuelto “individualista”. Dichas frases hacían
recordar las pronunciadas por Manuel Gutiérrez Nájera con respecto al debate
que en el Liceo Hidalgo se desarrollaba, en 1885, en torno de las literaturas
nacionales, pues el Duque Job asumía que para que una literatura (mexicana)
“... tenga un carácter propio, se necesita que los literatos cuyas obras la
compongan, estén dotados de poderosa individualidad... Una literatura propia no
es, en resumen, más que la suma de muchas poderosas individualidades...”[3] Esas
mismas individualidades que Ciro Ceballos plasma a manera de pincelazos tersos
e incluso bienintencionados que habrá que volverlos a revisar después de que el
propio autor los conjunta en el libro En
turania a partir de un retrato individual que elabora de cada uno de sus
compañeros modernistas, en dicho libro realza el interés, valor e incluso la
voluntad de, en este caso, el artista para representarlo construyendo una
“... representación
como construcción estética con fines psicologizantes se hace evidente cuando se
observa que cada detalle (atributos, escenarios, poses, objetos asociados,
símbolos) está codificado con un propósito y que incluso el paisaje de fondo
suele significar la esfera de actuación
pública.[4]
La pregunta en
torno de la representación es básica, ¿qué trata de presentar Ceballos con los
retratos que elabora de los miembros de la revista Moderna? Quizás valga la pena retomar la periodización que sobre
los modernistas se han hecho para dar cuenta que Ciro B Ceballos no es ajeno a
esta condición de crítica temporal, pues su obra está altamente impregnada del
debate modernista antes del giro de la revista en 1903. Al respecto de estas
representaciones señala Adela Pineda Franco lo siguiente:
“Estos textos e
imágenes proponen nuevas formas de sociabilidad literaria, como las ensayadas
en el bar construir un espacio cultural antagónico, en apariencia, a la moral
pública encarnada en Doña Carmen Romero Rubio, la católica esposa de Don
Porfirio, pero a la sombra de restricciones de género y mediante una marcada
misoginia. Al reverso del hombre porfiriano, hacedor del espacio público y
protector del privado, la revista exhibe las patologías del héroe decadente.
El receptor idóneo para una revista que promueve el decadentismo, se formula
sobre la base del campo europeo, y es el que lee a Barbey d’Aurevilly
(Ceballos, “Balbino Dávalos” [1 Jul. 1898]: 11). Dentro de esta formulación,
se erige una crítica a las prácticas lectoras de la burguesía porfiriana, a
la vez que se expone la marginalidad del escritor finisecular frente al
público.”[5]
Para sus
contemporáneos, como Bernardo Couto, Ciro fue caracterizado como un autor
“doloroso” en el que la prosa breve y concisa estuvo ya presente; sin embargo
no deja de estar presente esta descripción dura, llena de referencias
horrísonas. Es el mismo Couto quien señala que el primer libro de Ceballos
titulado “Claro Oscuro” es “...cruel, áspero y desnudo como la carne desgarrada
sobre la plancha del anfiteatro...”[6] La
enérgica prosa de Ceballos de la que fue practicante y la que definió su estilo
estará acompañándolo lo mismo en sus apologías o en sus textos políticos. Más
cercano a Baudelaire o Émile Zolá sus preocupaciones sociales irán determinando
su interés narrativo, al respecto Luz América Viveros señala “… se advierte la
influencia de Catulle Mendès y de Émile Zola: en el determinismo realista al
estilo de cuento de hadas macabro, y los condicionantes naturalistas...”[7] no
sin antes dejar constancia de su ojo crítico y benevolente con el grupo que
tras el nombre de los decadentes[8] y
posteriormente modernistas trazaron una crítica feroz contra, lo que Gutiérrez
Nájera señalaba, esa visión donde el arte es educador por el contrario el
modernista buscaba que el arte busca la belleza y es desde ahí que propone
oponer
“... a la tradición
de la escuela nacionalista de Ignacio M Altamirano, al alejarse de todo dictado
o sujeción temática porque ahoga[ban] el genio del poeta. Empezaba a perder
vigencia la escuela nacionalista de Altamirano que veía la literatura como una
expresión fiel de nuestra realidad nacional; escuela que defendió a la patria
más que a los valores puramente formales, que resumió a la literatura en una
belleza moral, que circunscribió al poeta a una misión didáctica de promover y
difundir la conciencia nacional...”[9]
En suma, Ciro B
Ceballos desde la concepción de las apologías que hace de los modernistas y que
serán parte del cuerpo del libro titulado En
turania trata de construir el espacio que a modo de vitrina permitió
mostrar “... la identidad artística de la revista y del grupo...”[10] A
manera del boulevard que describe en el apartado del mismo nombre la serie
“seis apologías” publicada en la Revista Moderna, se da cuenta de la independencia
del arte, asimismo nuestro autor nos hace saber de
“Las intenciones de Ceballos al reunir sus diez retratos no son únicamente
bosquejar a sus amigos, sus tertulias y sus salidas a los bares, narrando cómo,
años antes de que el libro saliera —en esos años en los que estuvo publicando
las semblanzas— cerraban filas en pos de defender una poética; en cambio,
establece una relación entre el hombre de letras y el intelectual, exige que la
finalidad última de la literatura no sea solo publicar libros y ser aplaudido
en un cenáculo cerrado del demás mundo cultural y de la sociedad, sino hacerse
crítico desde esa misma sociedad.”[11]
La ruptura con el pasado, con lo viejo, el quiebre y desagrado con los
rimadores populares determinó una identidad que Ceballos presenta como un
cuadro en la que el grupo es todo menos eso, no existía identidad que estuviera
constituida por una corriente artística uniforme, era un grupo sin grupo,
incluso Ciro Ceballos va más lejos al sentir repugnancia por los maestros
“...no podíamos tener discípulos...”[12] para
nuestro personaje a lo más había una fraternidad psicológica, incluso José Juan
Tablada habla de “... un parentesco
fisiológico, una idoneidad psíquica que
únicamente compartían ciertas idiosincrasias
nerviosas, ciertos temperamentos
hipertestesiados.”[13] Una
fraternidad que se extendía desde las oficinas de la Revista Moderna pasando
por la casa de Valenzuela hasta ocupar su verdadero nicho el bar.
Segunda parte...
Al respecto Ciro B Ceballos señala que los modernistas tenían un centro
bifronte por un lado era Jesús Valenzuela “... cuya casa, como dicho queda,
frecuentábamos los domingos; más los
lugares de nuestra asistencia habitual era el Salón Bach y la Cervecería de la
Palma, establecimientos frecuentados por alemanes, por ser no solamente
germánica la cocina, sino excelente la calidad de la cerveza.”[14]
Podemos reconocer la centralidad de estos dos lugares al retomar la
biografía de Rubén M Campos quien señala
que su generación dividía su tiempo ocupando la mitad del mismo en
estancias en la oficina de la Revista, la cual fue rentada por Jesús E
Valenzuela en la esquina de Plateros y Bolívar “... adonde procedió a llevar
magníficos muebles y preciosos cuadros, tapices, mármoles y bronces de su casa;
y de noche a la mañana apareció la revista instalada en una espléndida casa
señorial a la que se ascendía por amplias escaleras coloniales, y a cuyas salas
se entraba sobre espesas y muelles alfombras para descansar en amplios sillones
y en espléndidos divanes en dolce far
niente...”[15]
es así que se descansaba de las actividades que realizaban en el bar en la
oficina y viceversa. El bar como las comidas en casa de Jesús E Valenzuela
tenían por principio la cortesía y la generosidad que provenía del compartir la
copa, es así que podemos pensar que los quince comensales recurrentes a la casa
de San Pedro de los Pinos o en Tlalpan del poeta Valenzuela
“...entre quienes destacaban Tablada, Nervo, Dávalos, Couto Castillo,
Ceballos, Ruelas , Gedovius y Campos ... [después de comer y beber vino francés
y/o coñac se veían envueltos] en una sabrosa charla sobre arte y literatura.
Todavía se practicaba el arte de la conversación en esos encuentros de
intelectuales, quienes se distinguían por su epicureísmo.”[16]
La presencia de Jesús E Valenzuela es de suma importancia para la
concreción de la Revista Moderna esfuerzo
editorial que en su primer número tuvo a Bernardo Couto como “desfundador”
quien se había dado a la tarea de buscar los recursos, y los cuales fueron
proveídos por una herencia familiar, es así que el dinero llegó y el “primer
número de la Revista Moderna, quincenal con dieciséis paginas, vio la luz
pública, sufragando los gastos el gosse.”[17]
De esta manera el proyecto literario que José Juan Tablada había
confeccionado y a la que invitaba a sus “... compañeros Jesús Urueta, Balbino
Dávalos, Alberto Leduc, Francisco de Olaguíbel y José Peón del Valle, en la que
se refirió a la creación de una revista moderna...”[18], se
concretó cinco años más tarde a aquella invitación publica del poeta Tablada,
pues es el 1 de julio de 1898 cuando apareció el número uno que fue financiado
por Bernardo Couto. Ciro B Ceballos no sólo nos permite saber de
la materialización de la publicación si no de los entuertos y desconfianza que
miembros de los modernistas tenían con respecto a la capacidad económica del
primer promotor y agente financiador de la Revista tanto Alberto Leduc como
Jesús E Valenzuela dudaban de que la fortuna de Couto y sobre todo la familia
del autor de Asfódelos le permitieran
financiar una revista literaria. Rápidamente el segundo número fue acogido por
Valenzuela quien además de financiar el proyecto literario fue también el
director, al respecto Ceballos señala que la dirección fue otorgada al también
poeta y mecenas por la votación unánime de los redactores, comité del que
nuestro personaje era miembro. La llegada de Jesús E Valenzuela al modernismo
está envuelta en su solvente nivel económico y a su “...quehacer como promotor
y director de la Revista Moderna. Generoso favorecedor de sus mosqueteros
malditos, como lo llama Vicente Quirarte, compartió la inquietud de cambio
en la expresión literaria con la que comulgaban los modernistas. Brindó su
apoyo a los nuevos escritores, quienes, en muchos casos, no dudaron en
dedicarle sus cuentos o poemas.”[19]
Los tumbos que la publicación durante su nacimiento fueron claroscuros pues
si para el primer número el problema financiero permitió la llegada de
Valenzuela el deceso de la esposa del poeta permitió que el hacendado Jesús
Luján asumiera la empresa de financiar la Revista.
Al respecto Adela Pineda Franco da cuenta de las dificultades que la
Revista tuvo en materia de financiamiento, así como el importante papel que
Jesús E Valenzuela, Jesús Luján y Ramón Corral ocuparán en materia financiera,
en tres etapas distintas respectivamente.
“... En un
artículo que conmemora sus diez años, los redactores señalan que no pudieron
apoyarse en sus subscriptores durante la primera época, sino “en su propio
esfuerzo” (Ag. 1908: 323-35). El mecenazgo y el subsidio fueron entonces
imprescindibles. Así lo documenta en sus memorias el director de la revista,
Jesús E. Valenzuela (123-35). Este personaje prototípico de la cultura
porfiriana dada su incursión ejemplar en la vida pública del régimen
(confidente de poetas, de políticos y de millonarios; diputado y terrateniente
[Quirarte 21]), no sólo fungió como el principal agente mediador entre el
licencioso bar de los decadentistas y el foro de las buenas costumbres
porfirianas, sino como promotor financiero al negociar el mecenazgo del
millonario Jesús Luján y el subsidio de Ramón Corral, ministro de
gobernación.”[20]
Los años en que
Ciro B Ceballos estuvo ligado al grupo de los modernistas le permiten publicar
tres libros que compilaban una serie de cuentos Claro-obscuro
(1896), Croquis y sepias (1898) y Un adulterio (1903) que
destacaban por “... introducen imágenes asociadas con los paraísos
artificiales, crímenes, perversiones y personajes con estados alterados de
conciencia. Las tesis de algunos de sus relatos, muy semejantes a las de Couto
Castillo, deja entrever la idea de la transgresión como una vía al
conocimiento. "Los cuentos de Ceballos -afirma Emmanuel Carballo-, de
ascendencia francesa, son refinados y crueles, y la actitud del autor frente a
la historia que narra es rebeldes y desencantada".[21] En
su obra incorpora la propuesta estilística del decandentismo, sin que quede
exento en su propuesta literaria la denuncia hacia la dictadura. En sus textos
sobre todo sus memorias “están ahí las represiones del porfiriato, las
injusticias sociales, el abismo económico entre ricos y pobres, la manipulación
ideológica, la doble moral, la persecución política.”[22]
Cabe destacar que la prolífica pluma de Ciro B Ceballos no sólo le permite
la creación de los libros de relatos durante el último quinquenio de la década
del siglo XIX, pues según consta para octubre de 1899 ya había concluido la
primera versión de En Turania, sin
embargo estaba en espera de editor. El propio Ceballos señala en una nota
incluida al final de la obra que ha sido editada por Luz América Viveros, la
advertencia del autor señala lo siguiente
México, octubre 4 de 1899
“La circunstancia de hallarme preso en la Cárcel de Belén con motivo de una
persecución periodística hizo que las últimas partes de este libro no pudieran
ser corregidas con el detenimiento debido.
El buen juicio del lector suplirá los errores más notables.”
C.B.C.[23]
[1] “Y celebrar ferviente
y mudo,
sobre tu cuerpo seductor,
lleno de esencias y desnudo
¡la Misa Negra de mi amor!”
[2] Cfr. Carlos Monsiváis, “1 El
Modernismo”, en Monsiváis, Carlos, La cultura mexicana en el siglo XX, México,
editorial El Colegio de México, 2010, p. 15-20
[3]Manuel Gutiérrez Nájera, “Literatura
propia y literatura nacional” en La
construcción del Modernismo. Antología, México, Universidad Nacional
Autónoma de México, 2002, p. 86
[4] Luz América
Viveros Anaya, “Retratos literarios para una galería del modernismo mexicano”
en Ceballos, Ciro B, En turania. Retratos
literarios (1902), México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2010,
p. XXII
[5] Adela Pineda Franco, “Más allá del
interior modernista: el rostro porfiriano de la Revista Moderna” en Revista Iberoamericana, vol. LXXII, núm.
214, enero-marzo 2006, p. 156, http://goo.gl/tNvCNS,
consulta realizada el 1 de octubre de 2015
[6] Bernardo Couto Castillo, “oro y negro”,
en Cuentos completos, libro digital
[7] Luz América Viveros Anaya, “Panorama
mexicano: memorias de un escritor modernista en la ciudad de México” en Ceballos,
Ciro B, Panorama mexicano 1890-1910
(memorias), México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006, p. 17
[8] El decadentismo “consiste en el
refinamiento de un espíritu que huye de los lugares comunes y erige Dios de sus
altares a un ideal estético que la multitud no percibe, pero que él distingue
con una videncia moral, con un poder para sentir lo suprasensible, que no por ser raro deja de ser un hecho casi
fisiológico en ciertas idiosincrasias nerviosas, en ciertos temperamentos
hiperestesiados...” Pílades (José Primitivo Rivera Fuentes), “Borrones, I.
Decadentismo” en La construcción del
Modernismo. Antología, México, Universidad Nacional Autónoma de México,
2002, p. 12
[9] Luz América
Viveros Anaya, “Retratos literarios para una galería del modernismo mexicano”
en Ceballos, Ciro B, En turania. Retratos
literarios (1902), México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2010,
p. XVIII
[10] Luz América
Viveros Anaya, “Panorama mexicano: memorias de un escritor modernista en la
ciudad de México” en Ceballos, Ciro B, Panorama
mexicano 1890-1910 (memorias), México, Universidad Nacional Autónoma de
México, 2006, p. 22
[11] Raúl Cruz
Villanueva, “Reseñas. Ciro B Ceballos En turania. Retratos literarios (1902)” ,
en Revista Literatura Mexicana, vol.23 no.1, México, ago. 2012,
http://goo.gl/gFLcTx, consulta realizada el
día 29 de septiembre de 2015
[12] Ciro B
Ceballos, “La Revista Moderna” en Ceballos, Ciro B, Panorama mexicano 1890-1910 (memorias), México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2006, p. 367
[13] Belem Clark de Lara, Ana Laura Zavala
Díaz, “El Modernismo mexicano a través de sus polémicas” en La construcción del Modernismo. Antología,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2002, p. XXI
[14] Ciro B Ceballos, “La Revista Moderna” en
Ceballos, Ciro B, Panorama mexicano
1890-1910 (memorias), México, Universidad Nacional Autónoma de México,
2006, p. 388
[15] Rubén M Campos, “Nuestros escritores de
antaño hasta 1900” en Campos Rubén M, El
bar. La vida literaria de México en 1900, México, Universidad Nacional
Autónoma de México, 2013, p. 39
[16] Serge I Zaïtzeff, “Prólogo”, en Ibid., p. 20
[17] Ciro B Ceballos, “La Revista Moderna” en Ceballos , Ciro B, Panorama Mexicano 1890-1910. (Memorias),
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006, p. 371
[18] Belem Clark de Lara, Ana Laura Zavala
Díaz, “El Modernismo mexicano a través de sus polémicas” en La construcción del Modernismo. Antología,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2002, p. XXIV
[19] S.A., “Jesús E Valenzuela” en Prosa
Modernista, página digital, http://goo.gl/thk2z1,
consulta realizada el 2 de octubre de 2015
[20] Adela Pineda
Franco, “Más allá del interior modernista: el rostro porfiriano de la Revista
Moderna” en Revista Iberoamericana,
vol. LXXII, núm. 214, enero-marzo 2006, p. 158, http://goo.gl/tNvCNS,
consulta realizada el 1 de octubre de 2015
[21] “Ciro B Ceballos” en El cuento mexicano en el Modernismo,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006, p. 215
[22] Luz América Viveros Anaya, “Panorama
mexicano: memorias de un escritor modernista en la ciudad de México” en Ceballos,
Ciro B, Panorama mexicano 1890-1910
(memorias), México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006, p. 14
[23] Ciro B Ceballos, En turania. Retratos literarios (1902), México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2010, p. 213